El timo de la caridad, también llamado timo de la herencia, consiste en hacer creer a las víctimas, generalmente mujeres mayores, que se debe gestionar una gran herencia para destinarla a obras benéficas.
En este caso, la presunta timadora abordaba a la víctima cuando paseaba por la calle y le preguntaba si sabía dónde se encuentra una gestoría, agencia o la oficina de un abogado concreto. A continuación, pasaba un varón (su compañero de timo, que actuaba como gancho), y le realizaba la misma pregunta que a la víctima. El varón simulaba hacer algunas consultas a través del teléfono sobre la ubicación de dichas oficinas, pero sin resultado positivo.
Entonces, la mujer explicaba que es de Gran Canaria y que su padre ha fallecido, dejando una herencia de mucho dinero con el encargo de que, a través de las oficinas por las que pregunta, el dinero fuese repartido en obras benéficas. También aseguraba tener urgencia por regresar a Gran Canaria y ofrecía al gancho y a la víctima que se ocupen de la gestión de la herencia, a cambio de recibir como compensación una cantidad de dinero bastante elevada.
Después, alegando que necesitaba acreditar primero la solvencia económica de las personas que se iban a ocupar de la gestión, el gancho acudía a una oficina bancaria de la que salía con cierta cantidad de dinero. Visto esto, la víctima por su parte acudía a otra entidad bancaria para extraer dinero o iba a su domicilio para recoger sus joyas. Finalmente, con maniobras evasivas, los timadores conseguían despistar a la víctima y desaparecían con el dinero y las joyas.