Grammy al playback

Grammy al playback

Aunque no como una estafa en sí, es bueno recordar uno de los mayores engaños que sufrió la industria musical en 1990.

¿Quién no recuerda a Milli Vanilli? Dos chicos con el prototipo y cliché de finales de los 80 que mediante su porte y puesta en escena fueron uno de los dúos de pop más rentables en su época. Su disco debut fue un éxito sin precedentes y la productora se frotaba las manos viendo los ingresos millonarios que generaba la banda. Pero sepamos algo más sobre ellos.

¿Quiénes eran Milli Vanilli? Sus nombres reales eran Fabrice “Fab” Morvan y Rob Pilatus, dos bailarines alemanes que fueron reclutados por el productor Frank Farian, también alemán. Farian se fijó en las habilidades de baile de Pilatus y Morvan, y se ofreció a lanzar su carrera como grupo musical pop, con el nombre de Milli Vanilli, cantando en inglés. Pero cuando se grabó el disco los cantantes eran otros: Charles Shaw, John Davis, Brad Howell, y las gemelas Jodie y Linda Rocco. Farian nunca mostró a estos solistas en los vídeos ni en vivo, alegando que Fabrice Morvan y Rob Pilatus tenían una imagen comercial “más atractiva”. El dúo de Morvan y Pilatus lanzó a mediados de 1988 su primer álbum para el mercado europeo, All or Nothing, que ascendió en pocos meses a los primeros puestos de Europa, en particular en Gran Bretaña y Alemania. Las tapas del disco tenían a Morvan y Pilatus como dúo, sin mencionar realmente quién interpretaba los temas.

A comienzos de 1989 se lanzó su segundo álbum: Girl you know it’s true que fue un éxito rotundo. Este álbum contenía la mayor parte de los temas de All or Nothing dotados de un nuevo formato para el mercado estadounidense, nuevas versiones de las canciones y temas nuevos.

No obstante, en un concierto para la cadena MTV en la ciudad norteamericana de Bristol (Connecticut) desarrollado a fines de 1989, Morvan y Pilatus tuvieron un problema con el playback al repetirse misteriosamente los primeros acordes y estrofa de Girl you know it’s true, mientras los cantantes continuaban su acto normalmente.

Debajo tenéis el vídeo donde se destapa toda la trampa:

En 1990 se entregaban los premios Grammy de la música y Milli Vanilli fueron nominados como Mejor Artista Revelación donde ganaron de forma aplastante. Actuaron con su single Girl You Know It’s True antes de recoger el galardón. Ahora mostramos dos vídeos, con la actuación y recogida del Grammy.

Las sospechas de fraude respecto a Milli Vanilli crecieron a lo largo de 1990, y en la prensa de EE. UU. empezaron a circular rumores de que Fab Morvan y Rob Pilatus no eran los verdaderos cantantes del grupo. Al advertirse más frecuentes discrepancias entre las voces y el playback de las presentaciones en vivo, las sospechas crecieron, a lo cual se unió el hecho que Morvan y Pilatus presionaban a Frank Farian para que se usaran sus propias voces para las canciones del próximo álbum del dúo.

Ante este pedido, el 12 de noviembre de 1990 el propio productor e inventor del grupo Frank Farian admitió que en realidad los vocalistas Fab y Rob no eran los reales cantantes en Milli Vanilli: la implicación de ambos con su música se limitó a ofrecer su imagen en la cubierta de los discos y en los escenarios. Las canciones se basaban en playback tanto en sus vídeos musicales y sus conciertos, usando las voces de otros solistas.

Pocos meses después de recibir el Grammy se les fue despojado al destaparse la farsa.

En 1998, Frank Farian planeó retornar el trabajo musical con Morvan y Pilatus, para que ambos grabasen un disco de pop con sus voces reales. No obstante el plan se frustró días antes de empezar las grabaciones pues Rob Pilatus murió por sobredosis de fármacos en la ciudad alemana de Frankfurt, en un acto de suicidio, tras sufrir por varios años de adicción a las drogas tras el escándalo de 1990.

Frank Abagnale, o atrápame si puedes!

Frank Abagnale, o atrápame si puedes!

Vámonos al cine! Steven Spielberg llevó a la gran pantalla la vida de Frank Abagnale, un estafador a gran escala que consiguió falsificar cheques de la compañía hoy extinta Pan Am durante unos 5 años, llegando a estafar más de 2,5 millones de dólares durante los años 60. Hoy trabaja para el FBI siendo el director del departamento de Fraude Fiscal. Sus técnicas de estafa fueron tan espectaculares que incluso ha formado al equipo del FBI con el fin de evitarlos en el futuro.

Durante su adolescencia en Nueva York, Frank aprendió a conseguir dinero fácil; deseaba demostrarle a su padre cuán lejos podía llegar en la vida. Cuando su padre le regaló su primer automóvil usado, también lo convenció de que le prestara su tarjeta de crédito para adquirir repuestos. Con ella compró piezas que vendió más tarde a menor precio al dueño de un taller para tener dinero en efectivo, hasta que su padre lo descubrió. Después aprendió que podía realizar fraudes bancarios de varias formas sin que nadie se percatara. Empezó a falsificar cheques; en un principio abrió varias cuentas de banco a su nombre.

Estos no fueron los únicos tipos de actos ilícitos que realizó, pues también adquirió personalidades falsas ejerciendo ilegalmente como médico, como copiloto de Pan Am, como abogado, como agente del Servicio Secreto y otros. Durante dos años Abagnale fingió ser un piloto de la agencia aérea Pan Am bajo el nombre de Frank Taylor, un empleado de cortesía que necesitaba trasladarse de un país a otro. Lo logró gracias a que había obtenido un uniforme y falsificado la identificación de Pan Am.

Trabajando como pediatra.

Adoptó la personalidad de Frank Conners, un pediatra del hospital de Georgia, para lo que obtuvo identificaciones falsas y durante once meses “ejerció” la medicina hasta que decidió abandonar esta práctica cuando puso en riesgo la vida de un bebé.

Trabajando como abogado.

A la edad de 19 años fingió ser el abogado Robert Black, graduado de la Universidad de Harvard. Ejerció la abogacía durante varios meses. Durante sus primeros fraudes fue perseguido por el agente del FBI Joseph Shea, de quien se escapó en repetidas ocasiones hasta que finalmente el agente lo capturó en Francia. Antes de cumplir 20 años Abagnale había cometido fraudes por valor de 2,5 millones de dólares.

Su historia fue llevada al cine por Steven Spielberg, donde Leonardo DiCaprio daba vida a Frank Abagnale y Tom Hanks el agente Joseph Shea (en la película se llamaba Carl Hanratty) que trataba de cogerle.

Éstas son las personalidades que dan vida a Frank Abagnale y Joseph Shea, el personaje real y en la ficción:

El curioso caso de Jeffrey Hawkins

El curioso caso de Jeffrey Hawkins

No es una película de Hollywood, pero podría serlo sin ningún problema. Con el permiso de David Fincher, me permito en este post a usar el nombre de una de sus películas más célebres, El curioso caso de Benjamin Button.

Éste es el curioso caso pero de Jeffrey Hawkins, y digo curioso por no decir ingenioso y a la vez caradura. El señor Hawkins fue un indigente que se paseó por la costa este de los Estados Unidos viviendo en hoteles de lujo sin pagar un mísero centavo durante más de 20 años. Podría parecer un guión hollywoodiense de la mismísima Metro Goldwyn Meyer, pero no, es un caso real como la vida misma.

¿Cómo era su modus operandi? Pues con una memoria fotográfica y casi perfecta. Su cerebro podía almacenar números de tarjetas, con su nombre correspondiente, fecha de caducidad y código CCV. En total, más de 100 números de tarjetas de crédito que podía guardar en su cabeza, o bien, apuntándolas en un papel o tan sólo con su vista. Consiguió estafar durante más de 20 años a cientos de clientes con su magnífica memoria, usando sus tarjetas y viviendo a cuerpo de rey en hoteles de lujo. Finalmente fue capturado en el hotel Coronado Spring Resort de Disney, en Orlando, cuando pagaba para pasar su estadía.

Sin duda alguna estamos ante un posible guión de cine que podría tener su taquilla servida.

Pero no es el único caso. La imagen de arriba corresponde a David Price, otro indigente que vivió entre hoteles de lujo y restaurantes de categoría durante dos años.

Su caso estuvo ligado a Jeffrey Hawkins pero era distinto. Su itinerancia funcionaba de la siguiente manera: entraba al hotel en cuestión, esperaba a que la víctima saliese de su habitación, para posteriormente entrar él, llamando a recepción y aumentar su estancia. No necesitaba siquiera la tarjeta de crédito. Al final fue denunciado por un hotel cuando se hacía pasar por uno de los trabajadores del mismo. Sin duda, parece otro guión de cine.

Muchos usuarios reclaman a sus tarjetas de crédito cargos falsos y logran rechazarlos, pero es un proceso engorroso y una molestia imprevista. Además, es una verdadera pesadilla para quien sufre de fraude.

La recomendación de siempre, aseguran los analistas, es revisar constantemente los estados de cuenta, para denunciar cualquier cargo sospechoso lo antes posible.

En cuanto a Hawkins y Price, ahora sí que tendrán alojamiento gratis: la cárcel.

Pin It on Pinterest